martes, septiembre 22, 2009

150. Zakadakis: "La ficción permite preguntarme qué pasaría si..."

150. Zarkadakis: "La fición permite preguntarme qué pasaría si..."


ZarkadakisCómo sobrevivir a una isla (Ediciones B) es la quinta novela de George Zarkadakis (Atenas, 1964) y la primera que publica en España. Su trepidante trama gira en torno a un periodista aquejado por una extraña enfermedad que le impide contemplar su propio reflejo. De formación científica - hizo un doctorado en inteligencia artificial -, Zarkadakis dirigió durante siete años Focus, la revista de divulgación más importante de Grecia. Como él mismo explica, el género de ficción le ha permitido preguntarse “qué pasaría si…”sobre algunos de los asuntos más candentes de la ciencia actual.

–¿Cómo se le ocurrió la idea del libro?
Escribir una novela es como internarse en un laberinto: entras en diferentes estancias y vas encontrando nuevos argumentos. Creo que le ocurre lo mismo a la mayoría de los escritores. La idea inicial vino al imaginarme que alguien no se reconocía en un espejo, lo que me llevó a la de una librería infinita, etcétera, etcétera. Así se convirtió en un dédalo de historias que se entrelazaban.

–Usted ensambla, en mi opinión con acierto, géneros como la ciencia-ficción, el thriller o la novela romántica a la vez que aborda temas aparentemente tan complejos como la naturaleza del infinito, la física cuántica , la filosofía estructuralista … ¿Piensa que la literatura es una buena herramienta para la divulgación científica? ¿Qué ventajas tiene?
–La ciencia ya es una forma de narrativa en sí misma. Explicar cómo se creó y evolucionó la vida o el universo son, en definitiva, relatos. La diferencia es que las novelas te permiten formular la pregunta “¿qué pasaría si…?”. Tienes la libertad encarnar los asuntos científicos en personajes y situaciones para reflexionar sobre ellos de otra manera.

–¿Ser director de Focus le ayudó a escribir sobre asuntos en principio tan duros para todos los lectores?
–Por supuesto. Me permitió trabajar con textos de divulgación y, lo que es más importante, averiguar por qué la gente no llega a comprender esos temas. La clave radica en no ser excesivamente didáctico, como un profesor universitario. Convertir la explicación en un juego.

–Un leitmotiv del libro es la conciencia. ¿Cree que es el reto más importante de la ciencia en la actualidad?
–Comprender cómo funciona la mente ha sido el principal objetivo del pensamiento humano desde la antigüedad. La diferencia es que en el siglo XXI tenemos herramientas experimentales para asomarnos a ese misterio de misterios. Es un viejo desafío, revisitado con nuevos métodos. Y no sólo es importante porque nos permitirá averiguar quiénes somos realmente. Por ejemplo, en física cuántica no podemos prescindir del observador, que en definitiva es una inteligencia, una mente pensante. De todas formas, aunque cada vez sepamos más sobre la conciencia, siempre habrá un límite, un elemento perdido que puede ser llenado por la literatura.

–Uno de los personajes, Thomas, defiende una visión filosófica del mundo –inspirada en la película Matrix–, según la cual todo es una ilusión, un software extremadamente complejo. ¿Hasta que punto piensa que tiene razón?
–Es una idea muy vieja, recogida no sólo en la filosofía occidental: el budismo cree que puedes llegar a conocer la realidad exclusivamente a través de la meditación. Se trata de un viejo debate. En el libro, el personaje de Sofía (una periodista de investigación) da la réplica a Thomas afirmando que las cosas existen realmente, que no sólo están en nuestra cabeza. Yo me identifico más bien con Sofía; para mí sería duro aceptar que habitamos una especie de Matrix.

–¿Existe una enfermedad similar a la que aqueja al protagonista, la autoprosopagnosia?
–Es una ironía, una referencia al entendimiento de uno mismo muy antigua, desde que Sócrates intentó conocerse a sí mismo, de que nunca nos conoceremos a nosotros mismos.

–¿El tema recurrente de la isla es, pues, una metáfora de la soledad, de la imposibilidad de conocimiento absoluto?
–Le pondré un ejemplo: ¿cómo sé que usted no es un robot o que mi mujer no es una impostora del espacio exterior? Hay un trastorno psicológico que impide a la gente incluso reconocer a sus familiares más cercanos. Es decir, existe algo en el interior de nuestro cerebro que nos permite saber quién somos y entablar relaciones sociales. Somos una isla y, al mismo tiempo, no podemos existir como una isla. Esta paradoja, que define la existencia humana, me sedujo hasta el punto de invertir mucho tiempo en escribir la novela.

¿Qué significa la librería que aparece en el libro, donde se guardan todas las historias posibles?
–Me interesa mucho el infinito, los bucles, la retroalimentación… No son materia exclusiva de la geometría. Los últimos descubrimientos neurológicos aplican estas nociones para intentar entender la consciencia de nosotros mismos. La librería es un símbolo de la memoria. A diferencia de Borges –que también aborda un tema similar en su cuento La Biblioteca de Babel–, yo trato de definirlo en términos matemáticos. Siempre recordamos de forma diferente. Si la memoria fuera un libro, continuamente le faltaría una página o tendría alguna nueva.

–La visión que ofrece el libro sobre la política, el periodismo e incluso sobre Atenas y Grecia no es muy complaciente. ¿Hasta qué punto refleja su propio punto de vista?
–Creo que el sistema es esencialmente corrupto. Sin embargo, hay gente honrada que lucha para cambiar las cosas; ellos son los que marcan la diferencia. En realidad, soy un optimista en un mundo pesimista.

–¿Cuáles son sus principales influencias literarias?
Dostoievsky, Kafka, García Márquez y muchos latinoamericanos. Y, por supuesto, Don Quijote, que es la novela definitiva. No necesitas leer nada más. Cervantes lo descubrió todo. Estoy en este oficio para emularle. Entre los españoles contemporáneos me interesa mucho Javier Marías.

–El protagonista es una rata de biblioteca, ¿tiene algo que ver con usted?

–Antes que escritor soy lector. Cuando acabo de escribir un libro, me convierto en automáticamente en su lector.

–Otra idea circular, de nuevo el infinito.

–Eso es.



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Muy Interesante

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