Los indios americanos tienen un refrán que dice así: "Quien narra el cuento, gobierna el mundo".
Como ejemplo, cita una investigación que se basó en dos de las sagas literarias más populares de los últimos años: "Harry Potter" y "Crepúsculo".
El estudio mostró que las personas que leyeron un par de capítulos de la historia sobre el niño hechicero consideraban que tenían más habilidades para poder mover objetos con su mente que las personas que no habían leído "Harry Potter".
En tanto, los fans de la segunda saga, sobre vampiros, estaban convencidos de que sus dientes eran un poco más largos que los del resto de la población.
Los psicólogos llaman a este comportamiento "asimilación", y ocurre cuando un lector adopta las características de un personaje o grupo de ficción.
Empatía
Walkington explica que los cuentos desencadenan dos efectos psicológicos en el lector:
Primero, la transportación, que ocurre cuando uno se pierde en el mundo que describe su libro.
Luego, viene la identificación, que es cuando el lector se pone en la piel de un personaje y adquiere su perspectiva e identidad.
"Uno siente casi como si las cosas que le pasaran a él o ella nos estuvieran pasando a nosotros", describe la experta.
Hay investigaciones que sugieren que los fenómenos de transportación e identificación podrían estar relacionados con la capacidad de poder empatizar con otros.
"Leer no es una forma de relajación", señala el autor y guionista Anthony Horowitz. "Estás construyendo mundos, estás poblando esos mundos con ciudades y poblando a esas ciudades con gente".
"Aunque la televisión, el cine, el teatro, todos tienen su lugar en el mundo de la narración, para mí ese momento de contacto con un libro, cuando lees una historia y liberas sus secretos... nada se le asemeja", opina Horowitz.
Pero ¿qué ocurre concretamente en nuestros cerebros cuando leemos?
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